¿Qué
tipo de conocimiento o de competencias debe desarrollar la educación para
reducir la brecha entre el mundo real y el mundo de la educación?
Estamos en presencia del ocaso del paradigma
Taylorista y Fordista de la educación, aprendizaje secuencial, compartimentado
en determinados tiempos y espacios.
Las formas de organización del trabajo emergente
requieren desarrollo de competencias hasta el momento no valoradas en los
sistemas educativos vigentes.
Cabría preguntarse si desde la educación formal
estamos proporcionando oportunidades para la innovación, es decir,
oportunidades para que los jóvenes desarrollen la creatividad, el pensamiento
divergente, la iniciativa y el emprendimiento. La cuestión sería si estamos
promoviendo un aprendizaje activo o seguimos tratando de transmitir saberes
“cerrados” y verdades absolutas
Las
competencias requeridas para el desempeño exitoso en el mundo del trabajo son
cada vez más coincidentes con las necesarias para el desempeño de la
participación ciudadana (Braslavsky, 1993)
En el documento “La educación encierra un tesoro”
(Delors, Jaques 1996), se plantea cuatro pilares básicos en los que ha de
sustentarse la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a
vivir juntos, y aprender a ser. “En cierto sentido, la educación se ve
obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua
agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él”
A partir de lo anterior, tanto el conocimiento
como las competencias y las estrategias para adquirirlas deben replantearse. En
la actualidad, un alumno no aprende solo del profesor ni solo en la escuela.
Existen múltiples fuentes de información a partir de las cuales se adquieren
aprendizajes, aprender puede considerase, en la actualidad, como una verdadera
actividad social.
La formación de los alumnos debe centrarse en el
desarrollo de destrezas y habilidades más que en la transmisión de verdades
cerradas y absolutas. Podemos considerar que la incorporación de las competencias
básicas al currículo va en esta dirección.
No debemos creer que las competencias básicas al
igual que el conocimiento se adquieran y aplican solo en el colegio. El
concepto de competencia supone que los alumnos deben saber aplicar los conocimientos
en un contexto real, comprender lo aprendido, integrarlos, ponerlos en relación
y utilizarlos de manera práctica en las distintas situaciones a las que se
enfrenten a lo largo de su vida. Las competencias básicas planteadas son:
1.
Competencia
en comunicación lingüística.
2. Competencia matemática.
3. Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico.
4. Tratamiento de la información y competencia digital.
5. Competencia social y ciudadana.
6. Competencia cultural y artística.
7. Competencia para aprender a aprender.
8. Autonomía e iniciativa personal.
2. Competencia matemática.
3. Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico.
4. Tratamiento de la información y competencia digital.
5. Competencia social y ciudadana.
6. Competencia cultural y artística.
7. Competencia para aprender a aprender.
8. Autonomía e iniciativa personal.
Son
comunes a toda la enseñanza obligatoria y deberían constituir el hilo conductor
que permite considerarla como una unidad.
Ventajas
y dificultades acerca de la enseñanza de competencias básicas frente a modelos
tradicionales.
Al modelo educativo tradicional, lo podemos
llamar de integración uniforme basado en la norma, hay una enseñanza común, homogénea
a todo un grupo de alumnos. Este modelo genera desigualdad y exclusión educativa
El modelo está basado en la pedagogía simultanea es decir, enseñar exactamente
lo mismo al mismo grupo de alumnos en todo el sistema educativo. Hay una
práctica educativa hacia dentro del aula un proceso endémico que desgasta las
prácticas haciéndolas rutinarias.
El desarrollo de una educación basada en la
enseñanza de estas competencias favorece la contextualización de los aprendizajes
teniendo como ventaja el abordaje de manera
integral e interdisciplinaria los contenidos de las distintas asignaturas facilitando
una evaluación conjunta y el trabajo colaborativo entre docentes y alumnos. Incentiva
la capacidad y actitud para el aprendizaje y auto aprendizaje continuo, permite
la posibilidad de planificar y organizar la propia formación complementándose
con una predisposición permanente para adaptarse a los cambios.
La primera dificultad para la enseñanza de las competencias
básicas somos nosotros, los docentes y la poca visión que tenemos para implementarla.
Se hace complicado el cambio de prácticas evaluativas para esta forma de enseñanza.
Hay todavía en las escuelas una impronta academicista que no hace ver los cambios
sociales que están ocurriendo imposibilitando adaptarse a los mismos no dando
respuestas a las nuevas problemáticas que ellos traen consigo.
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